Claribel hija consentida de Centroamérica
Blanca Castellón
Claribel Alegría es la hija consentida de El Salvador y Nicaragua. Heredó
pues de patria y matria, lo afable y fresco de los lagos y lo intenso y rebelde de
los volcanes. Así era ella, así es su poesía, así fundió creación con creación.
“yo descubro el sol/ todos los días/y entre valles/volcanes/y despojos de
guerra/avizoro la tierra prometida”
Quien tuvo el privilegio de conocer a esta estrella de nuestra galaxia, la leyó y
gozó su magia, estará de acuerdo que nada de lo que pudiéramos decir sobre
Claribel Alegría la definiría con más acierto, que estas líneas entresacadas de
la carta escrita a sus padres a manera de presentación de su prometida por
quien sería su gran Amor sin Fin: “Claribel es completamente vivaz, la
persona más feliz que he conocido. Es brillante, pavorosamente (tanto que
tendré que apurarme para mantener su paso). Está bien informada en historia y
en los eventos de actualidad, con un intenso interés en todos los asuntos
importantes del mundo.” Bud falkol
Así era Claribel hace muchas décadas y así continuo hasta el último día de su
persistente y siempre fresca juventud, la más larga juventud que se haya
conocido en la América Central y por eso cualquiera entenderá que fue muy
fácil querer a Claribel hasta caer en la adicción a su genio y encanto. “La
poesía es milagrosa/ es un hecho que la poesía invento el unicornio el centauro
y el fénix” y yo acostumbro sumar a Claribel, porque Claribel sin duda alguna
es otro milagro de la poesía. Ansiábamos tanto aplaudirla, celebrar junto a los
poetas del mundo invitados a este festival, con marimbas bongos y platillos el
Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana que recibió apenas un par de
meses antes de su partida, pero ella, misión cumplida a plenitud, cerró el telón
con broche radiante de alegría y se despidió de la vida “con una modestia tan
orgullosa, que solamente las espigas comprenden”.
Sin embargo no la hemos perdido, sembró tanto, tuvo tanto tiempo, energía
gracia, risa y determinación para recoger en vida la cosecha y compartirla con
extrema generosidad, que dejó las alacenas de la literatura hispanoamericana
repletas de luz para que sus lectores y amigos consumamos el milagro de su
pluma en los días de oscuridad.
A pesar de las desgracias y tristezas que sacuden el corazón de nuestra tierra y
el mundo, siempre tendremos la palabra de Claribel como bálsamo de alegre
claridad y esperanza.